No recuerdo el tiempo exacto en el que comenzó a brotar mi inspiración y la obsesión de describir las banalidades de mi cuarto. Desordenado, lleno de papeles solitarios y alejados, y agendas de años pasados que me resistía a desechar. Sin duda, la lectura incentivó mi amor a las palabras, todas las palabras: simples, complejas, agudas, graves, esdrújulas, feas, bonitas, frías o cálidas. El talento que tienen para transformar y transmitir los sentidos de mil maneras distintas es lo que me sigue cautivando.
Escribo para mí y mi única lectora es la lámpara de noche, chismosa, siempre con la cabeza agachada. No considero que tenga excelentes poemas, mucho menos me considero versada en la materia, pero si alguien se aventura a escribir y no sabe por donde comenzar, tengo algunas recomendaciones.
1. Comienza a vomitar palabras
La clave está en tu imaginación. Observa y describe objetos simples, imagina que nadie le ha encontrado la belleza a esa taza vieja de tu abuela, ¿cómo luce?, ¿qué te transmite?, ¿a qué se parece?. Otra técnica que ayuda es la lluvia de ideas. Recuerda que puedes escribir sobre los ojos de un sinfín de maneras. Por ejemplo: Los ojos… que palpitan de madrugada, tan brillantes y sin luz, decepcionados de mis ojeras. Luego de practicar estos ejercicios, busca la manera de describir los objetos, sin mencionarlos.
2. Baila tu lapicero con ritmo
Lo más importante de un poema es el ritmo. Tiene que ser cómoda para la vista y el oído. Lee en voz alta tu poema, debería sonar como si fuera tu canción favorita. Para lograr esto, se debe tomar en cuenta el orden, la longitud y la última palabra de cada verso. La rima asonante se caracteriza porque solo coinciden los sonidos vocálicos en la última sílaba de cada verso, mientras que la rima consonante es aquella donde coinciden tanto vocales como consonantes.
3. Elige una forma poética
Mientras más comiences a experimentar en la creatividad de tu escritura, podrás elegir el estilo de tu poema. Hay varias formas poéticas que puedes usar, tales como el verso libre, el soneto, el romance o el dístico. Te recomiendo empezar con el verso libre, ya que no será necesaria la métrica. Si buscas algo más desafiante, el soneto es perfecto, su combinación métrica consta de catorce versos endecasílabos, distribuidos en estrofas de 4 y 3 versos, y de rima, casi siempre, consonante.
4. Evita ser cliché
Lo más atractivo de los poemas es sentir lo que te dice el escritor sin caer en la redundancia o en descubrimientos pasados. Por ejemplo: Ojerosa y cansada, sin recordar la última vez que sonrió. Mejor intenta: Ojeras empozadas en la tristeza de la memoria, que alguna vez sonrieron.
5. Las figuras literarias serán tus mejores amigas
No temas en experimentar. Es importante familiarizarse con diversas figuras literarias, puedes comenzar con la metáfora y el símil, que te ayudarán a darle profundidad a tu texto. De allí puedes ir buscando otras que te sean útiles para transmitir tu mensaje. Todo tiene un porqué.
6. Deja reposar las ideas
Escribe y deja dormir a las palabras un par de horas. Luego, regresa por ellas, lee en voz alta y cambia lo que haga falta. También puedes compartir tu poema con otros poetas o amantes de la poesía y recibir retroalimentación.
Escribir es una de las mejores terapias que existe. No hay un método único sobre cómo se escribe un poema. Puedes jugar con todas las formas poéticas que tienes al alcance para conseguir esa musicalidad deseada en los versos. No te limites al significado de las palabras en el diccionario. Diviértete.
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